martes, 1 de abril de 2014

ABRIL A LAS FLORES

Este primaveral mes de Abril lo hemos inundado de color y de fragancias, se ha vestido de campos verdes donde las flores empiezan a crecer y a abrirse mostrándonos un maravilloso espectáculo natural y visual.

Este mes de Abril nuestro Cuaderno de Poesía, nuestro blog poético y cultural lo hemos dedicado a "las flores".

UN ESTALLIDO DE COLOR


Un estallido de color que se abre con el día,
amanecer de cromáticos pétalos delicados
que puntean irregularmente los verdes campos,
estambres maduros de dulce polen que revientan
y espolvorean el aire perfumado de la primavera.

Revoloteo de mariposas y zumbidos de abejas
que merodean entre las amapolas mas risueñas,
zarzas espinosas entre árboles tiernos en flor,
revuelos de margaritas y trigales que danzan a su son.

Un estallido de color de emergente naturaleza
que parece haber rejuvenecido de vida la pradera,
pajarillos alegres que juegan entre las riberas,
sol radiante que se mira en un riachuelo de agua fresca,
lomas esbeltas y valles profundos bajo ellas,
el paraíso mas idílico y esplendoroso de la tierra.

Flores amarillas, rosa, blancas, rojas o violetas,
flores de vida de un día y flores que de noche se cierran,
pero permanecen dormidas custodiadas por las estrellas,
estallido de un campo andaluz pintado de primavera,
flores preciosas y coquetas de las especies mas diversas,
quien fuera cielo azul y limpio  para  tenerlas ...


José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Bda 1964)


PEQUEÑA CANCIÓN


Amor y primavera
son una cosa igual,
y cada cual lo sabe a su manera:
Vos, señora, pasando por mi acera;
yo, cuidando del rosal.

Es la única cosa
que exista entre los dos:
Vos que pasáis, feliz de ser hermosa,
yo, esperando que nazca alguna rosa
digna de vos...


José Ángel Buesa  (Cienfuegos, Cuba 1910- 1982 Stº Domingo, República Dominicana) 

BALADA DEL TULIPAN NEGRO


                I
Karl Gustav Van der Meyer
era un gran jardinero.

Allá, en su alegre Holanda de cofias y molinos,
de canales y zuecos,
Karl Gustav cultivaba tulipanes extraños
en la penumbra de su invernadero.

Karl Gustav Van der Mayer soñaba con la gloria
de un tulipán fastuosamente negro,
íntegramente negro, como las noches árticas,
como un luto total en terciopelo.

Y era así, día a día y año tras año.
Y su sueño era un sueño.

Pero él, imperturbable, regaba sus macetas,
meditando en abonos y en injertos.
(A veces, distraído, se guardaba los bulbos
en los bolsillos del chaleco...)

Karl Gustav Van der Mayer, indiferentemente,
vio blanquear sus cabellos.
Pasó el amor un día y él se encogió de hombros,
para seguir soñando con tulipanes negros...
                II
Pero, una noche, alguien saltó la tapia.
Alguien, con un puñal.
Y el jardinero
cayó de bruces sobre sus macetas,
muerto.

Y alguien cavó en la tierra,
y echó el cadáver y tapó aquel hueco.

Karl Gustav Van der Mayer se quedó para siempre
en la penumbra de su invernadero.
                III
Ah, pero un día, un día
se vio brotar del suelo
un tulipán de luto,
fastuosamente, íntegramente negro.

Karl Gustav Van der Mayer no pudo ver su gloria,
pues la abonó su propio cuerpo.

Karl Gustav Van der Mayer
no supo que su muerte le dio vida a su sueño...

(Karl Gustav Van der Mayer siempre llevaba bulbos
en los bolsillos del chaleco...)
                IV
Por los viejos canales siguen pasando barcas,
y aún giran, como entonces, los molinos de viento.

Las muchachas sin novio regresan del domingo
entre un blancor de cofias y un trepidar de zuecos.

Ah, y, sin embargo,
Karl Gustav Van der Mayer era un gran jardinero!

José Ángel Buesa  (Cienfuegos, Cuba 1910- 1982 Stº Domingo, República Dominicana)


ABRIL FLORECIA


La menor cosía, 
la mayor hilaba ... 
Entre los jazmines 
y las rosas blancas, 
la más pequeñita, 
risueña y rosada 
—su aguja en el aire—, 
miró a mi ventana.

La mayor seguía 
silenciosa y pálida, 
el huso en su rueca 
que el lino enroscaba. 
Abril florecía 
frente a mi ventana.

Una clara tarde 
la mayor lloraba, 
entre los jazmines 
y las rosas blancas, 
y ante el blanco lino 
que en su rueca hilaba. 
—¿Qué tienes —le dije— 
silenciosa pálida? 
Señaló el vestido 
que empezó la hermana. 
En la negra túnica 
la aguja brillaba; 
sobre el velo blanco, 
el dedal de plata. 
Señaló a la tarde 
de abril que soñaba, 
mientras que se oía 
tañer de campanas. 
Y en la clara tarde 
me enseñó sus lágrimas... 
Abril florecía 
frente a mi ventana.

Fue otro abril alegre 
y otra tarde plácida. 
El balcón florido 
solitario estaba... 
Ni la pequeñita 
risueña y rosada, 
ni la hermana triste, 
silenciosa y pálida, 
ni la negra túnica, 
ni la toca blanca... 
Tan sólo en el huso 
el lino giraba 
por mano invisible, 
y en la oscura sala 
la luna del limpio 
espejo brillaba... 
Entre los jazmines 
y las rosas blancas 
del balcón florido, 
me miré en la clara 
luna del espejo 
que lejos soñaba... 
Abril florecía 
frente a mi ventana.


Antonio Machado  (Sevilla 1875 – 1939 Colliure, Francia)