Nos conocimos aquel día, en una calurosa mañana, una mañana estival en que yo paseaba por la playa, en la que la gente se tostaba al sol y los niños chapoteaban en el agua.
Caminaba pensativo por la orilla consumiendo la mañana, de pronto, yo te miré por instinto y tú me devolviste la mirada.
Qué maravilloso verano pasamos, cuantas palabras bellas, cuantos problemas compartidos bajo la luz de las estrellas.
El verano se acabó, te fuiste y nos separamos, el tiempo nos hizo olvidar y comprender que en verdad nos amamos.
Como la hoja en el viento, como un vago sueño diáfano, como la ola que se muere, así, así es un amor de verano.
¿Recuerdas aquellos tiempos en que aún ibamos a la escuela?. Entonces todo era bondad e inocencia. ¿Te acuerdas cuando por mirarte, daba un traspiés en la escalera?.
Qué bonito fue todo aquello, cuando hablabamos en la puerta, cuando por tardar en entrar en clase me ganaba un tirón de orejas.
¿Te acuerdas de aquel primer beso, junto a tu casa, en la cancela, en el que tú te sonrojaste y a mí me comia la vergüenza?.
Cuando tu te vayas me quedaré solo, sin tu compañía, sin tus labios rojos, tu infantil mirada, sin poder hablar contigo tras la ventana, sin poder recitarte versos de madrugada.
Te esperaré impaciente paseando por el parque, o por la playa, leyendo una y otra vez alguna de tus cartas, recordando instantes vividos juntos tu piel tan tersa, tus manos tan delicadas, despertar pensando en ti, por las mañanas.
Te echaré de menos aguardando tu llegada, intentando matar el tiempo con tu semblante, con tu recuerdo, con tu mirada.
Decian que fué la brisa, dijeron que fueron las olas, las que se llevaron consigo a aquella muchacha encantadora.
Sí, atrayentemente encantadora, algo diferente habia en su semblante, en su timidez, en sus modales, en su aislamiento, en su esbelto talle, algo que la diferenciaba de las otras. Una de esas chicas inusuales.
Acostumbraba a pasear por la playa, incluso en las tardes crudas, cuando las olas braman y embisten las espumas.
Le daba igual caminar al atardecer, que de noche, bajo la luna, dando a iluminar su carita inocente por lunática luz difusa, con sus cabellos desaliñados por salvage ventísca iracunda.
Reina del crepúsculo marino, de los amaneceres de arrebol, siguiendo el mismo camino, dejando su silueta esbelta pintada en su vestido, marcando una sucesión de huellas que se perdian sin destino. Monótono sendero de piececitos.
Cómo lloraban aquellos pescadores, los que la vieron la funesta tarde, escuálida, pálida, sin ilusiones, como un duende de los mares, adentrándose entre los oleages.
Que vacio quedó todo, mientras caia la tarde; la luna aquella noche, no iluminó como antes, fué cubierta de nubarrones que no la dejaron asomarse.
El viento rugió con fuerza desde el mar hasta la sierra, lleno de tragedia y canciones, de canciones lastimeras, mezclando el olor salobre con las fragancias de las riberas.
¡ Qué habrás sido de aquella niña, de aquella muchacha excéntrica !. ¿ Habitará donde no llegan las barquillas? ¿ Será la reina del mar, o una sirena escondida ?.
¿ Morará en un bello trono de algas y caracolas ?, ¿ con diez jureles de su corte, que recitarán versos y coplas, con mil atunes del norte, que bailarán al son de las olas ?.
¿ Será la dueña de los barquitos, y reguladora de las mareas ?. ¿ Podrá guiar los destinos de tempestades y tormentas ?. ¿ Tendrá un ejército de zafios, y muchos bosques de perlas ?. ¿ Tendrá un dormitorio de esponjas, bajo corales violetas ?. ¿ Se habrá convertido en reina ?.
Las noches de temporal, cuando los juanelos no vuelven y las mujeres esperan, cuando algún marino desaparece, me acuerdode ella.
Ay, que seria de aquella niña, de aquella extraña mozuela, la de cabellos sedosos y cutis de fresa, tan diferente, tan atrayente, tan bella.
A ti que eres el incentivo de mi vida, un tesoro oculto que vino a mí. A ti que eres como un soplo de aire que se respira, que como sin darme cuenta llegó hasta aquí, que reconforta porque refresca y porque huele a jazmin, me invade y me transforma como todo lo que viene de ti, me serena y da tantas cosas que apenas puedo decir, porque no sabria decirlas todas en unas lineas de poeta aprendiz.
A ti que pasaste a formar mi otra mitad, mi otra parte que cuido y mimo con cariño. A ti que de mi vida eres la luz y la claridad. a ti que eres lo mejor que me ha pasado y lo mejor que me podia pasar, con tu carácter sencillo y repleto de agrado, mezcla de simpatia y serenidad.
A ti que sientes lo que yo siento, porque siempre a mi lado estas, porque aunque te encuentres muy lejos, siempre conmigo vas, como una compañera inseparable que me quiere de verdad, que piensa como yo pienso tantas cosas que nos surgirán, que sabe como yo sé, que nadie nos podrá separar.
A ti que eres mi parte de bien, la perla más bonita que buceador pudo encontrar, un trozo de cielo claro y único, una fulgurante vista de mar, un amanecer cromático y tivio, o una traviesa estrella fugaz.
A ti que eres lo que más quiero, para que veas mi entrañable aprecio, quiero dedicarte este puñado de versos, producto de una noche de insomnio en la que me sentí solo como un muerto, a solas con mi papel manchado de sentimientos.
Te lo escribí para que cuando lo leas te acuerdes de cuanto te quiero. Es un regalo insignificante de un poeta que te ofrece alguno de sus versos.
Cuando estoy contigo, me siento como nunca me habia sentido, con ese aplomo confortable y lleno de paz que me invade cuando te miro, con tantas cosas que apenas sé descifrar, pero que son verdad cuando estoy contigo.
Me olvido de mis problemas, ni siquiera sé si soy yo mismo, tan feliz y sin penas, con la ilusión propia de un niño.
Todo se me hace estar contigo abrazados o dados de la mano, como dos duendes enamorados vagando por paraisos perdidos, llenos de armonia y encantos; y muchas puestas de sol y amaneceres dorados, con cielos de azul y plomo entre fragancias de aire perfumado. Sin importarnos la vida de mas allá de nosotros mismos, alimentando nuestra llama viva fundamento de nuestro cariño, que brilla y hasta lastima como un destello de zafiros.
Una mirada tuya, o una simple mueca cariñosa, me dan fuerzas y ganas de vivir sin que siquieras abras la boca, es curioso la de cosas que puedes decir con una expresión encantadora, con un semblante que hace de ti una musa de carita maravillosa, que sin remedio se apodera de mí por extraño embrujo que me enamora.
Cuando estoy contigo ni mi mundo es ya mi mundo, sino un mundo distinto, donde permaneceremos juntos en un bello idilio compartido.
Como el jazmin ama a la rosa y el ruiseñor a la abubilla, como el trigo a la amapola, como el mar quiere a la brisa, como yo te quiero a ti, desde que te vi aquel dia, porque luego te conocí y embelesaste mi fantasia.
Por eso cuando estoy contigo, mi universo se embellece, deseo estar siempre a tu lado y nunca dejar de quererte.
Me miras, qué bien me siento, cómo dan vida a tu rostro tus ojos serenos, cómo embelesan mi mente cuando los contemplo.
Te ries, qué maravilla, tu dulce mirada cómo me ilumina, cómo me haces feliz cuando así me miras.
Me hablas, te miro a los ojos, tu simple mirada dice si has sido franca, o cuando me engañas.
Lloras, tus ojos se empapan, se ponen rojos, inundados de lágrimas, cómo expresan ternura que ablanda mi alma.
Te enfadas, tus ojos me hieren, hasta me apuñalan, tu mirada tan penetrante me atraviesa el alma; siento como una fria daga sin remedio se me clava, en mi pecho, en mi alma, abriendo un profundo surco, hasta las entrañas.
Mi espíritu profanó la intimidad de tus sueños, tu mirada se alojó dentro de mi subconsciente, bajo aquel cielo estrellado sucio de besos ardientes. Sumidos en aquel abrazo largo sempiterno, espectadores de una noche de mar tibio y sereno.
Brisa portadora de sabores a algas y a sal, destellos de barquitos que surgen de la oscuridad entre un susurro de olas que no nos quería despertar. Soñamos que éramos tan felices como antes, con ese amor inocente y exhuberante de juventud, entre libros de texto y recelos colegiales. Aquellos paseos hasta tu casa todas las tardes.
Qué embelesante placidez la de aquella noche, grato desenlace de un incandescente día estival, bañistas, niños, cuerpos al sol, todo quedó atrás, desde que los rayos cegadores se apagaron en la mar; la dejaron de oro y luego se puso de cobre sin que nadie supiera donde los rayos se esconden.
La noche sin darse cuenta se abalanzó precoz, con una penumbra absorvente de calma y tranquilidad, donde resaltan tus ojos como tizones sin quemar, tus labios dos fresones que las olas se quieren tragar.
Estaba a tu lado pero no estaba contigo, ni siquiera yo sabia donde debía de estar, si estaba soñando contigo o me enamoraba del mar.
